
Hemos pasado cuatro días en el campo. El aire limpio ha tonificado nuestros pulmones y el cuerpo ha recibido una buena dosis, aunque pequeña, de naturaleza viva. He podido ver y observar a la pareja de jilguerillos que han anidado, un año más, esta vez, en el parterre de un rosal trepador, ya que el manzano donde el pasado año anidaron dos parejas de estas aves, se encontraba aun con poco follaje para camuflar debidamente su nido. Para no molestar a la hembra, ya en periodo de incubación, no he podido ver cuantos huevos componían su nidada. ¡Ojala! que todo les marche muy bien y nazcan a la vida nuevos seres. Yo abandono este querido lugar de Cerezo de Abajo con mis mejor deseo de volver cuanto antes y me lo permita una reparación en mi organismo que me obliga a pasar por el quirófano y ponerme en manos del amigo y gran profesional médico, doctor don Teodoro Mayayo, jefe del Servicio de Urologia del Ramón y Cajal. Espero Dios mediante volver a estar con ustedes lectores de esta sección lo más pronto posible.

Lo de las pintadas es que no tiene “arreglo”. No han terminado las obras de este nudo Norte y ya están todas las vallas antirruido recién colocadas, llenas de feos garabatos que los grafiteros pintan y pintan sin pararar ¡Por favor!, gentes del spray realicen sus “obras artísticas” donde puedan resultar hasta agradables pero no estropeen lo recién hecho y aun no terminado. A propósito de estas vallas antirruido, ¿por qué en la zona del Hospital y viviendas adyacentes no se han colocado? Parece que el ruido solo afecta a los edificios de enfrente. Y otra cosa, el desvío a Colmenar a empujado mas los vehículos a la ya de por si estrecha acera y estos pasan mas cerca de los edificios hospitalarios. Al modificarse las paradas de los autobuses interurbanos el carril de entrada al citadon Centro y acceso a la Avenida del Cardenal Herrea Oria, sufre continuas retenciones y atascos.